Samuel 20: Una Historia de Lealtad y Sacrificio

La historia de Samuel 20 es una poderosa narrativa que nos habla de la lealtad, el sacrificio y la esperanza en medio de la adversidad. En este pasaje del Antiguo Testamento, encontramos una historia que se desarrolla en un contexto político complejo, donde la lealtad y la confianza se ponen a prueba.
Samuel 20
1 Samuel 20 (Reina-Valera 1960) narra un momento clave en la relación entre David y Jonatán, hijo del rey Saúl, en medio de la creciente enemistad del rey hacia David. Este capítulo revela la lealtad de Jonatán hacia David y su compromiso con la verdad, aun sabiendo que eso podría ponerlo en conflicto con su padre. Aquí tienes el capítulo completo:
1 Samuel 20
- Después David huyó de Naiot en Ramá, y vino delante de Jonatán y dijo: ¿Qué he hecho yo? ¿Cuál es mi maldad, o cuál mi pecado contra tu padre, para que busque mi vida?
- Él le dijo: En ninguna manera; no morirás. He aquí que mi padre ninguna cosa hará, grande ni pequeña, que no me la descubra; ¿por qué, pues, me ha de encubrir mi padre este asunto? No será así.
- Y David volvió a jurar diciendo: Tu padre sabe claramente que yo he hallado gracia delante de tus ojos, y dirá: No sepa esto Jonatán, para que no se apene. Y ciertamente vive Jehová, y vive tu alma, que apenas hay un paso entre mí y la muerte.
- Y Jonatán dijo a David: Lo que desee tu alma, haré por ti.
- Y David respondió a Jonatán: He aquí, mañana será nueva luna, y yo acostumbro sentarme con el rey a comer; mas tú dejarás que me esconda en el campo hasta la tarde del tercer día.
- Si tu padre hiciere memoria de mí, dirás: Me rogó mucho David que le dejase ir corriendo a Belén su ciudad, porque todos los de su familia celebran allá el sacrificio anual.
- Si él dijere: Bien está, entonces tendrá paz tu siervo; mas si se enojare, sabe que la maldad está determinada de parte de él.
- Harás, pues, misericordia con tu siervo, ya que has hecho entrar a tu siervo en pacto de Jehová contigo; y si hay maldad en mí, mátame tú, pues no hay necesidad de llevarme hasta tu padre.
- Y Jonatán le dijo: Nunca tal te suceda; antes bien, si yo supiere que mi padre ha determinado maldad contra ti, ¿no te lo avisaría yo?
- Entonces dijo David a Jonatán: ¿Quién me dará aviso si tu padre te respondiere ásperamente?
- Y Jonatán dijo a David: Ven, salgamos al campo. Y salieron ambos al campo.
- Entonces dijo Jonatán a David: Jehová Dios de Israel sea testigo: cuando haya sondeado a mi padre mañana a esta hora, o el día tercero, si resultare bien para con David, entonces enviaré a ti para hacértelo saber.
- Pero si mi padre intentare hacerte mal, Jehová haga así y añada a Jonatán. Si no te lo hiciere saber, y te enviaré para que te vayas en paz; y esté Jehová contigo, como estuvo con mi padre.
- Y si yo viviere, harás conmigo misericordia de Jehová, para que no muera.
- Y no apartarás tu misericordia de mi casa para siempre; cuando Jehová haya cortado uno por uno los enemigos de David de la tierra, no dejes que el nombre de Jonatán sea quitado de la casa de David.
- Así hizo Jonatán pacto con la casa de David, diciendo: Requiéralo Jehová de la mano de los enemigos de David.
- Y Jonatán hizo jurar a David otra vez, porque le amaba; pues le amaba como a su propia alma.
- Luego le dijo Jonatán: Mañana es nueva luna, y tú serás echado de menos, porque tu asiento estará vacío.
- Estarás, pues, tres días, y luego descenderás y vendrás al lugar donde estabas escondido el día que ocurrió aquello, y esperarás junto a la piedra de Ezel.
- Y yo tiraré tres saetas hacia aquel lado, como ejercitándome al blanco.
- Luego enviaré al criado, diciéndole: Ve, busca las saetas. Si dijere al criado: He aquí, las saetas están más acá de ti, tómalo; entonces, ven, porque paz tienes, y nada malo hay, vive Jehová.
- Pero si yo dijere al muchacho: He aquí, las saetas están más allá de ti; vete, porque Jehová te ha enviado.
- Y en cuanto al asunto de que tú y yo hemos hablado, esté Jehová entre tú y yo para siempre.
- David, pues, se escondió en el campo. Y cuando llegó la nueva luna, se sentó el rey a comer pan.
- Y el rey se sentó en su silla, como solía, en el asiento junto a la pared; y Jonatán se levantó, y Abner se sentó al lado de Saúl, y el lugar de David quedó vacío.
- Mas aquel día Saúl no dijo nada, porque se decía: Le habrá acontecido algo, y no está limpio; de seguro no está purificado.
- Al siguiente día, el segundo día de la nueva luna, aconteció también que el asiento de David quedó vacío. Y Saúl dijo a Jonatán su hijo: ¿Por qué no ha venido a comer el hijo de Isaí hoy ni ayer?
- Y Jonatán respondió a Saúl: David me pidió encarecidamente que le dejase ir a Belén,
- diciendo: Te ruego que me dejes ir, porque nuestra familia celebra un sacrificio en la ciudad, y mi hermano me lo ha mandado. Por tanto, si he hallado gracia en tus ojos, permíteme ir ahora para visitar a mis hermanos. Por esto, pues, no ha venido a la mesa del rey.
- Entonces se encendió la ira de Saúl contra Jonatán, y le dijo: Hijo de la perversa y rebelde, ¿acaso no sé yo que tú has elegido al hijo de Isaí para confusión tuya, y para confusión de la vergüenza de tu madre?
- Porque todo el tiempo que el hijo de Isaí viviere sobre la tierra, ni tú estarás firme, ni tu reino. Envía, pues, ahora y búscale, porque ha de morir.
- Entonces Jonatán respondió a su padre Saúl, y le dijo: ¿Por qué morirá? ¿Qué ha hecho?
- Entonces Saúl le arrojó una lanza para herirlo; de donde entendió Jonatán que su padre estaba determinado a matar a David.
- Y se levantó Jonatán de la mesa, enfurecido, y no comió pan el segundo día de la nueva luna, porque tenía dolor a causa de David, porque su padre le había afrentado.
- Al otro día de mañana, salió Jonatán al campo, al tiempo señalado con David, y un muchacho pequeño con él.
- Y dijo al muchacho: Corre y busca las saetas que yo tirare. Y mientras el muchacho iba corriendo, él tiraba la saeta de modo que pasara más allá de él.
- Y llegando el muchacho adonde estaba la saeta que Jonatán había tirado, Jonatán dio voces tras él, diciendo: ¿No está la saeta más allá de ti?
- Y volvió a gritar Jonatán tras el muchacho: Date prisa, aléjate, no te detengas. Y el muchacho de Jonatán recogió las saetas y vino a su señor.
- Pero ninguna cosa entendió el muchacho; solamente Jonatán y David entendían de qué se trataba.
- Luego dio Jonatán sus armas a su muchacho y le dijo: Vete y llévalas a la ciudad.
- Y luego que el muchacho se hubo ido, se levantó David del lado del sur, y se inclinó tres veces, postrándose hasta la tierra; y besándose el uno al otro, lloraron el uno con el otro, y David lloró más.
- Y Jonatán dijo a David: Vete en paz, porque ambos hemos jurado en el nombre de Jehová, diciendo: Jehová esté entre tú y yo, entre tu descendencia y mi descendencia, para siempre. Y él se levantó y se fue; y Jonatán entró en la ciudad.
El Encuentro de David con Jonatán

El capítulo 20 comienza con el encuentro de David y Jonatán en el bosque de Zif. Jonatán, el hijo del rey Saúl, había sido un amigo leal de David desde que éste había matado a Goliat. Sin embargo, la envidia de Saúl por David lo había llevado a perseguirlo con el fin de matarlo.
David, temeroso de su vida, busca refugio en la protección de Jonatán, quien conoce los planes de su padre. Jonatán se arriesga para salvar a su amigo, demostrando su lealtad y su valor.
Una Alianza Inquebrantable
La conversación entre David y Jonatán es conmovedora. En ella, vemos cómo Jonatán confirma su compromiso con David, incluso a riesgo de su propia seguridad. Jonatán le asegura que su padre no podrá hacer nada contra él mientras viva.
Esta conversación nos muestra la profundidad de la amistad entre Jonatán y David. Era una amistad que iba más allá de la política y la ambición. Era una amistad basada en la confianza, el respeto y el amor.
El Pacto de Amistad
Para fortalecer su alianza, David y Jonatán hacen un pacto. Se comprometen a ser leales el uno con el otro y a ayudarse mutuamente en tiempos de necesidad.
Este pacto simboliza la importancia de la confianza y la lealtad en las relaciones humanas. En un mundo donde la desconfianza y el egoísmo prevalecen, la historia de David y Jonatán nos recuerda el valor de la amistad y la fidelidad.
Un Sacrificio por la Amistad
El pacto entre David y Jonatán no sólo se basa en palabras. Jonatán, consciente del peligro que corre David, se arriesga a su propia vida para protegerlo.
Para mostrar su lealtad, Jonatán le pide a su padre que deje de perseguir a David. Saúl, cegado por la envidia, se niega. Jonatán, entonces, se enfrenta a su padre, arriesgando su propia posición para defender a su amigo.
Samuel 20: Un Mensaje de Esperanza
La historia de Samuel 20 nos recuerda que la lealtad y la amistad pueden superar las adversidades. En un mundo donde la ambición y la envidia pueden corromper las relaciones, la historia de David y Jonatán nos ofrece un mensaje de esperanza.
Nos enseña que la confianza, el respeto y el amor pueden construir relaciones sólidas y duraderas. Es un mensaje que nos inspira a buscar la amistad auténtica y a ser fieles a nuestros valores, incluso en los momentos más difíciles.
Reflexiones Finales
Samuel 20 es una historia que nos invita a reflexionar sobre el valor de la lealtad y el sacrificio. Nos recuerda la importancia de la amistad, la confianza y el compromiso en nuestras relaciones.
La historia de David y Jonatán nos muestra que la amistad puede ser una fuente de fortaleza y esperanza en momentos de dificultad. Su historia nos inspira a cultivar relaciones sólidas y a vivir en fidelidad a nuestros valores.